Por un momento, el ruido cotidiano del tráfico se detuvo. En su lugar, comenzaron a escucharse risas, acordes de guitarra, el golpe suave del ‘spray’ contra las paredes y el murmullo alegre de familias caminando juntas. Así amaneció el Bulevar de La Carbonera: transformado en un escenario vivo para el Go Fest.
Este es un Festival de música y arte, pero también historias humanas que se entrelazan como acordes en una canción.
Esto es nuestro”: la emoción de pertenecer
Giovanni Prado llegó con su hija Joaquina de la mano. “Nunca habíamos tenido algo así aquí”, dijo mientras la pequeña se acercaba curiosa a un taller de lectura. “Estoy muy feliz de estos espacios poderlos compartir con la familia hoy estoy en modo mamá acompañando al bajista de la banda musical Emma y a mi hija que también es estudiante de la Emma yo también soy estudiante de la Emma, aquí somos todos familia Emma y pues contentísimos que también hayan otro tipo de espacios como la lectura que eso sí que hace falta”.
María Fernanda Hernández de la red de bibliotecas públicas, indicó: “hoy en el Bulevar La Carbonera de parte del alcalde traemos nuestro Pic Nic literario para que podamos leer divertirnos y promover la lectura”.
Este espacio fue quizá la mayor conquista del día: el sentido de pertenencia. Porque más allá del cartel de artistas, de la comida callejera o de los escenarios, el Go Fest fue una declaración colectiva de que este lugar, este barrio Zamorano , esta gente, también puede ser protagonista.
La música como lenguaje universal
El escenario principal no dejó de vibrar desde el mediodía. No importaba la edad, algo te hacía quedarte. Hubo adolescentes bailando como si el mundo se acabara mañana, adultos sacando sus mejores pasos “de los 90”, y hasta abuelos moviendo los hombros al ritmo de las agrupaciones musicales de la EMA.
Cuando salió la agrupación del maestro Jesús Castañeda de la EMA al escenario, hubo lágrimas. Literalmente. Y no solo por la emoción de ver a estos jóvenes , sino porque, para muchos, era la primera vez que vivían un espectáculo así sin tener que tomar un bus a otra ciudad.
Sabores, risas y encuentros inesperados
La zona gastronómica fue un punto de encuentro constante. Comida casera, fusión, dulce, el helado de paila, tradicional… pero lo más sabroso era el ambiente. Entre los puestos se cruzaban vecinos que no se veían desde hacía años, desconocidos que se convertían en amigos por el simple hecho de compartir una empanada o una botella de agua.
Kelly Johana Ponce quien tiene el emprendimiento de Delicias de mi Nariño, dijo ‘Gracias al alcalde Víctor Ramos hemos podido salir al Bulevar La Carbonera yo tengo el emprendimiento del horneado que se hace en leña por 12 horas, tengo las empanadas de arroz con queso y antes el punto lo tenía por allá en domicilio no más no podía venderlo sino que tenía que estar haciendo domicilio y tenía una sola muchacha que me ayudaba, ahora tengo cinco muchachas que me colaboran son madres de cabeza de familia y que necesitan el trabajo entonces le damos muchas gracias al señor alcalde Víctor Ramos por esta oportunidad y que se siga haciendo cada ocho días.
A lo lejos, un grupo de chicos armó un sitio de recreación con actuvidades sobre el festival, sobre el barrio, sobre sus vidas. Y quienes pasaban, se quedaban. Porque el Go Fest no era solo para ver: era para formar parte de él.
Un festival en el cual nadie quedó por fuera
Desde los adultos mayores que se sentaban bajo la sombra para escuchar la música, hasta los niños que corrían por los senderos y las vías peatonales del Bulevar La Carbonera, el Go Fest, fue un factor de integración social.
Cuando cae la noche, queda el recuerdo
Las familias, los asistentes se dieron el abrazo largo de un amigo que vuelve. Como se siente estar en casa, uno de ellos fue Rafael Victoria quien llegó con su esposa y sus dos hijos,, y manifestó ‘Palmira nos ha parecido una maravilla impresionante las obras que ha hecho el alcalde, mis respetos y sin palabras todo muy bonito la seguridad los parques las calles la ciudad está muy hermosa y bueno se le agradece al!alcalde, llevamos ocho meses acá en Palmira y vivimos cerca al Bulevar, este parque es muy seguro es muy tranquilo y sobre todo los niños se la pasan muy bien jugando’.
Al final del día, mientras las luces del escenario se apagaban una a una, la gente no se iba con prisa. Algunos se quedaban sentados en el césped, como si no quisieran que terminara. Otros se abrazaban, se sacaban selfies, recogían papeles del suelo como un gesto de gratitud.
“Esto no fue solo un festival”, dijo alguien al pasar. “Fue como recordarnos que podemos hacer cosas grandes, juntos”