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Alcaldía de Palmira

palmiranos en la banda departamental

Desde Palmira al corazón sinfónico del Valle: músicos formados en la EMA, integran la agrupación más importante del departamento

El clarinete de Johan, la trompeta de William y la batuta de Miguel Santiago: tres artistas con tres historias que nacieron en la Escuela Municipal de Arte – Casa de la Cultura Ricardo Nieto

En una noche cualquiera, cuando las luces se apagan y el telón se levanta en un teatro del Valle del Cauca, los primeros acordes de la Banda Sinfónica Departamental estremecen al público. Pero para quienes conocen el origen de tres de sus integrantes, esas notas suenan distinto: llevan el acento de Palmira.

Allí, entre los pasillos y ensayos de la Escuela Municipal de Arte Ricardo Nieto (EMA), la emblemática Casa de la Cultura de la ciudad, comenzó una historia artística que hoy se cuenta en clave de éxito.

Johan Armando Hurtado, clarinetista y formador, recuerda con emoción aquellas tardes afinando su instrumento en el salón de ensayo de la banda de la Casa de la Cultura. Era un joven con muchas preguntas y un gran sueño: vivir de la música. Con disciplina y el respaldo de sus maestros, perfeccionó su técnica y, con el tiempo, encontró en la docencia una forma de devolver lo aprendido. Años después, ya como profesional, regresó a esos mismos salones, pero esta vez como profesor, guiando a nuevas generaciones de músicos.

Hoy, Johan hace parte de la élite musical del departamento, interpretando el clarinete en la Banda Sinfónica Departamental del Valle, una agrupación de alto nivel que ha recorrido los más importantes escenarios del país. Pero él no llegó solo. Allí también está William Murcia, trompetista palmirano e integrante de la Banda, quien recuerda con gratitud sus inicios en la misma escuela.

“Mi primer profesor fue el maestro Fabio Londoño. También aprendí guitarra con el maestro James Castro y clarinete con el maestro Elio Fabio Londoño, allá por los años 90. Luego ingresé a la Universidad del Valle y, en 2001, llegué a la Banda Departamental. Ya estaba William Murcia en la agrupación y compartimos atril durante mucho tiempo”, recuerda Johan.

Ambos expresaron su agradecimiento tras su reciente presentación en Palmira en el Centro Cultural Guillermo Barney Materón: “Queremos agradecer al municipio de Palmira y al Teatro Guillermo Barney Materón. Que nunca se detenga la cultura, que sigan trayendo estos eventos. Siempre estaremos aquí para ustedes. Muchísimas gracias por esta hermosa noche con la Banda Departamental. ¡Los esperamos nuevamente en un próximo concierto!”

Pero otro Palmirano, es orgullo de los procesos formativos que promueve la Secretaría de Cultura de Palmira en la Escuela Municipal de Arte, es Miguel Santiago López, músico y director. Con una visión artística que combina tradición y excelencia, lidera la Banda Sinfónica Departamental como su director titular, con montajes que celebran las raíces del Valle del Cauca y proyectan su riqueza musical hacia nuevos horizontes. Su batuta dirige, pero también inspira.

En sus palabras, se siente el orgullo por lo vivido en Palmira: “Son 87 años de historia consolidando este gran patrimonio musical que es la Banda Departamental. Me siento muy honrado de hacer parte de este proceso, orgulloso de ser palmirano y profundamente agradecido por los aplausos que nos brindaron en el Centro Cultural Guillermo Barney Materón. Estar en Palmira, mi ciudad, y ver ese auditorio lleno, fue un momento muy especial.”

Los tres comparten un origen común: Palmira. Pero más que eso, comparten una casa formadora de artistas: la EMA Casa de la Cultura Ricardo Nieto, semillero de talentos y hoy una de las instituciones culturales más importantes del municipio. Bajo la administración del alcalde Víctor Ramos, esta escuela ha cobrado nueva fuerza: se ha invertido en formación, se han fortalecido los programas y, sobre todo, se ha reconocido la labor invaluable de sus profesores.

Detrás de cada nota que interpretan Johan, William y Miguel Santiago, hay años de ensayo, sacrificios y una historia de formación pública que los llevó del aula al escenario. También hay un mensaje poderoso: cuando el arte se toma en serio, se cultiva con paciencia y se apoya con decisión, da frutos que trascienden.

Y así, entre partituras, ensayos y aplausos, Palmira sigue escribiendo su nombre en la historia musical del Valle. Lo hace con sus músicos, con sus maestros y con una comunidad que cree, ahora más que nunca, que el arte transforma vidas.

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